Una visita obligada en México: Xochimilco
En las orillas de la Ciudad de México se encuentra la llamada “Venecia mexicana”, Xochimilco, cuyo significado en náhuatl es “Lugar de la sementera florida”, declarado por la UNESCO como “Patrimonio cultural y natural de la humanidad”.
La historia de Xochimilco se remonta la época prehispánica, lugar poblado por grupos indígenas pertenecientes a las Villas de Copilco y Cuicuilco y que vivían en la zona ribereña sur de los lagos del Valle Azteca.
La historia cuenta que con la llegada de los Xochimilcas, quienes le dieran el nombre a la zona, se establecieron en pequeñas aldeas que perduran hoy en día como parte de la mancha urbana de la Ciudad de México. Los pueblos de Tláhuac, Mixquic o Culhuacán conforman en conjunto a Xochimilco uno de los lugares naturales más pintorescos de la capital.
Xochimilco ofrece al viajero una vista única, pero lo más típico y agradable es un paseo en una “chalupa” o “trajinera”, barcazas típicas de madera rústica y techadas, que lucen en el frente arcos multicolores hechos de flores naturales las cuales forman el nombre de una mujer: “Lupita”, “Lolita”, etc…
Para que sea completo y verdaderamente disfrutable, un paseo en trajinera debe ser acompañado con la música típica de un conjunto de mariachis (que se acercan navegando en su propia lancha) y de la degustación de sabrosísimos platillos típicos mexicanos, como mole, nopalitos, charales, arroz de cazuela, etc, que ofrecen expendedores que navegan también en sus propias embarcaciones.
Las trajineras navegan por un laberinto de canales que bordean las “chinampas”, porciones de tierra a manera de isletas, que los antiguos habitantes construyeron con sieno y limo, ancladas con las raíces de los ahuejotes, árboles típicos del área.
Las “chinampas”, se han utilizado durante cientos de años para sembrar maíz, frijol, calabaza, chile y flores. Gracias a su fertilidad, riqueza de minerales y abundante agua, ofrecían a los xochimilcas la posibilidad de obtener hasta tres cosechas por año.
Xochimilco se distingue también por su abundancia de agua y buen clima, lo cual la hace un excelente lugar para un paseo muy cómodo y disfrutable.
La historia cuenta que durante la época virreinal, los xochimilcas disfrutaron de ciertos privilegios por parte de la Corona Española, gracias a la rápida aceptación de sus habitantes de la nueva fe cristiana, que en este lugar, como en muchas partes de México, se fusionó con tradiciones de los pueblos indígenas, creando una religiosidad mestiza de gran arraigo entre la población y enorme atractivo que aún perdura.
Esta forma de profesar la fe se puede apreciar hoy en día en las celebraciones de los santos patronos de cada barrio de Xochimilco, como por ejemplo en la Fiesta del Niñopa, una imagen del Niño Jesús que peregrina por las calles de la zona a petición de los dueños de casas, que por cierto para lograr la autorización de esta visita lleva décadas de espera.
Hoy los canales de Xochimilco son únicamente una pequeña porción de lo que fuera el gran Lago de Texcoco, que cubría buena parte del Valle de México y que fue desapareciendo con el paso del tiempo, como medida gubernamental para evitar inundaciones, pero que por desgracia afectó también el clima y el medio ambiente del Valle, creando una gran erosión y efectos nocivos. En la actualidad sólo queda un breve recuerdo de esta gran época prehispánica y que todo viajero puede experimentar.
Esta es una invitación a que sea testigo de ese gran pasado lacustre que vivió el Valle de México y que ya se fue. Pasear por Xochimilco es una fiesta de mi hermoso México. Su música, color y ambiente transportan al visitante a una época y lugar únicos en el mundo.
Pero lo cierto es que la visita a Xochimilco es más que sus hermosos canales. Todo viajero debe visitar el Convento de San Bernardino, construcción del siglo XVI, caracterizada por su sencillez y que contiene un atrio monumental rodeado de un parque frontal, elemento tradicional de la arquitectura religiosa del México Virreinal, así como otras capillas de la zona como la de la del Rosario, la de San Cristóbal y la de Santa María.
En el centro de Xochimilco podemos encontrar el Parque Morelos y el mercado local. Cerca de allí se encuentra el afamado Mercado de Plantas y Flores, lugar donde campesinos de la zona ponen a la venta millones de flores exóticas e imaginables.
El Museo Dolores Olmedo, establecido en el Barrio de La Noria, y el Parque Ecológico de Xochimilco, una gran área verde con numerosas actividades acuáticas y terrestres, son obligadas para el viajero, ya que nos remontan a lo más tradicional de nuestra Gran Tenochtitlan, conocida hoy como la Ciudad de México.