Tlalpujahua, Pueblo Mágico, Que Reluce Entre Naturaleza e Historia
Tlalpujahua es un pueblo mágico de origen prehispánico ubicado en el estado de Michoacán, México. Caminar por sus calles empedradas, conocer su historia y tradición, admirar su arquitectura, disfrutar de su belleza natural y de la hospitalidad de su gente hace de Tlapujahua, un lugar que todo visitante debe recorrer.
El nombre Tlalpujahua es de origen náhuatl: “Tlalli” (tierra) y “Poxohuac” (cosa esponjosa o bofa). Se ubica en una región hermosa y rica que se considera la puerta para adentrarse a un antiguo centro minero explotador de oro, “La Mina Estrella”.
Tlalpujahua se localiza al noroeste del Estado de Michoacán, en el eje volcánico que atraviesa México. Estaba habitado por indígenas de la raza mazahua o mazahuatl antes de la llegada de los españoles y fue un lugar de constante conflicto bélico entre dos poderosos imperios, el tarasco y el azteca.
Visitar la mina del oro es toda una experiencia y entrar a la iglesia de La Cofradía, a donde únicamente asistían los españoles, y a la de Santiago Puxtla, sólo para indígenas, invita a la reflexión.
Tlalpujahua tiene un clima fresco y agradable; frío moderado en invierno, lluvia abundante en verano y un sol espléndido todo el año. Su cielo nocturno, cubierto por millones de estrellas, invita irresistiblemente a la contemplación. Además, este pueblo mágico cuenta con múltiples capillas e iglesias de bellísima arquitectura, entre ellos el convento de San Francisc,o que no deben dejar de visitarse por su belleza.
En las artesanías del lugar se estampa la magia de las manos de los artesanos de Tlalpujahua que reflejan la fusión de dos culturas, la española y la indígena.
Esferas navideñas de vidrio soplado, cantera transformada en verdaderas obras de arte, cerámica a media y alta temperatura, orfebrería en plata, herrería artística, farolería artística en latón, muebles rústicos y coloniales, tallados y decorados, son solo algunos de los atractivos que identifica a este hermoso pueblo.
Se cuenta que Joaquín Muñoz Orta, un oriundo de Tlalpujahua, emigró a Estados Unidos y se estableció en Chicago donde se familiarizó con la fabricación de árboles de navidad. De vuelta a su tierra, él y su esposa, María Elena Ruíz, empezaron a fabricar esferas de navidad para el ornato de los árboles navideños. Montaron en 1964 un pequeño taller en su casa, y así nació “Adornos Navideños”, que se ha posicionado como la empresa más grande de esferas de todo Latinoamérica, en donde trabajan 1,100 personas. Elaboran alrededor de 38 millones de esferas al año, de las cuales 26 millones se destinan a la exportación, mientras que el resto se comercializa en el país.
Hoy, además de la empresa citada, existen varios talleres medianos y pequeños donde se fabrican esferas de navidad hechas a mano, actividad que se ha convertido en la principal fuente de empleo en el municipio.
Estos productos típicos se catalogan como los mejores del mundo en su tipo y los visitantes pueden conocer las fábricas y comprar sus productos.
Artesanos tlalpujahuenses fueron, según se afirma, los creadores del famoso “Penacho de Moctezuma”, que perteneció al emperador azteca de ese nombre, bellamente elaborado con plumas multicolores, el cual se conserva en un museo de Viena.
El arte plumario, de viejas raíces prehispánicas, también tiene importante representantes en el municipio de Tlalpujahua. Los maestros artesanos Gabriel Olay y Luis Guillermo Olay Barrientos han sido ganadores de premios nacionales y algunas de sus obras se encuentran en los 5 continentes porque un presidente de México los ofreció como regalo a diferentes mandatarios del mundo.
La industria de la cantera es también uno de los principales pilares económicos del municipio. Esta sólida piedra es esculpida a martillo y cincel por virtuosos artesanos que logran crear grandes obras de arte.
El Oro, Estado de México, una población a solo quince minutos de Tlalpujahua, es un lugar de gran belleza natural que invita a practicar actividades de turismo ecológico como campismo, ciclismo, esquí o canotaje.
Cierre los ojos y vuele con la mente a la historia prehispánica de uno de los pueblos mágicos de México, pero en cuanto pueda tome un avión y disfrute de este increíble lugar.