¿Conocemos la verdad sobre Corea del Norte?
Las Coreas tienen una historia de abusos, guerras civiles y coloniaje. Solo en la época moderna, Japón, China, Rusia y Estados Unidos dejaron en la península una cicatriz muy difícil de sanar. Todos, de una forma u otra, han sido responsables de la separación de ese país en dos naciones enemigas.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, la península quedó dividida en dos. La parte sur bajo el control de Estados Unidos y la zona norte en manos de la Unión Soviética. En 1948, el área norte, bajo el liderazgo de Kim Il Sung, se negó a participar en elecciones organizadas por las Naciones Unidas que eventualmente las reunificaría y terminaron formándose las dos naciones tal como las conocemos actualmente.
Pero ambas Coreas reclamaban la totalidad del territorio peninsular y se negaban a reconocerse mutuamente, lo cual las llevó en 1950 a la llamada Guerra de Corea, que se suspendió en 1953 con la firma de un armisticio. Sin embargo, no se firmó un final oficial de las acciones militares por lo que, técnicamente, ambas Coreas continúan en guerra.
El 27 de julio de 1953 se estableció una zona desmilitarizada en el Paralelo 38 que separa a los dos países.
Kim Il Sung continuó dirigiendo a Corea del Norte hasta su muerte, el 8 de julio de 1994, y el poder fue trasmitido a su hijo Kim Jong-Il. Al morir éste en 2011 –de forma repentina y misteriosa mientras hacía un viaje en tren- el mando se trasmitió a su hijo Kim Jong-Un, de apenas 27 años de edad.
Ni el hijo ni el nieto de Kim Il Sung han ostentado el cargo que él ostentaba pues al morir se le designó “presidente eterno”, por lo que sus sucesores son llamados “Dirigente”, para simplificar los numerosos y complicados cargos que ocupan. Sin embargo, el órgano máximo de gobierno del país es la Asamblea Suprema del Pueblo que cuenta con 687 miembros.
Estira y afloja
Las relaciones internacionales de Corea del Norte mejoraron durante el gobierno de Bill Clinton. Incluso hubo una cumbre histórica entre Seúl, capital de Corea del Sur, y Pyongyang, capital de Corea del Norte, en junio de 2000. Pero las tensiones volvieron a crecer con la reanudación, por parte de Corea del Norte, de su programa de armas nucleares y el gobierno de George W. Bush cambió sus políticas hacia el régimen de Pyongyang.
Corea del Norte es uno de los sitios más aislados del mundo, con severas restricciones para la entrada o salida de personas del país. Todas las actividades están controladas por el Estado, que se rige bajo los principios de la idea “Juche”, interpretación norcoreana del socialismo.
Para quienes abogamos por la libertad y democracia y vivimos en un sistema capitalista, es muy difícil de entender lo que pasa en Corea del Norte. Pero desde el punto de vista periodístico también es muy difícil criticar a este país cuando la información que nos llega es muy limitada y pesa más de un lado que de otro. Lo que sabemos de Corea del Norte –es necesario darse cuenta- es información de alguna forma manipulada por el gobierno de Estados Unidos, o por desertores coreanos que narran su experiencia y que califican a Corea del Norte como un infierno donde sus habitantes sufren de autoritarismo, desnutrición, enfermedades mentales, y acusan la existencia de campos de concentración y experimentación humana y un sinfín de horrores.
Verdad o mentira, lo cierto es que Corea del Norte es un país altamente militarizado, tiene un gobierno que se rige por sucesión, una de sus mayores prioridades es su programa nuclear y por alguna razón lleva sus acciones al límite.
Nos queda muy claro que Corea del Norte, con razón o sin razón, es un estado militarizado en extremo. Sus fuerzas armadas regulares superan el millón y medio de soldados, sin contar los que pertenecen a otros cuerpos militares, reservas especiales, etc., que pudieran ascender a más de tres millones de efectivos.
De acuerdo a los lineamientos derivados de la política Songun (los militares primero), el país dedica una parte muy importante de sus recursos al rubro de defensa. Corea del Norte posee unos 45 soldados por cada 1,000 habitantes, mayor a la de cualquier otro país del mundo, incluyendo estados parcialmente militarizados como Israel (el cual tiene unos 25 soldados por cada 1,000 habitantes).
El programa de armas y nucleares norcoreano ha desatado reacciones de alerta entre los demás estados nucleares que afirman usar esa tecnología para la paz, la defensa y la investigación. Corea del Norte, aunque con otra clase de discurso, afirma lo mismo.
Verdad o mentira, ambos lados tiene armas nucleares y Corea del Norte no lo niega; al contrario, se siete orgullosa de fabricarlas y ha hecho saber al mundo que su misil “Musudan” de medio alcance llega a tres mil o cuatro mil kilómetros de distancia.
Paralizar el dedo nuclear
La paz mundial está nuevamente en crisis y vivimos en alerta roja. Pudieran ser solo rumores, no lo sabemos, pero lo que sí es cierto es que anteriormente se han registrado hecho bélicos entre las dos Coreas, y es necesario evitar que se repitan para impedir un crecimiento de la rivalidad y evitar el peligro de que esos encuentros se extiendan a otras naciones.
En marzo del 2010, un submarino norcoreano torpedeó a un barco surcoreano en alta mar matando a 46 marineros; en noviembre del mismo año disparó proyectiles contra una isla surcoreana. Corea del Norte afirma que lo ha hecho en defensa. Corea del Sur se ha dicho atacada sin motivo.
Corea del Norte hizo explotar su primera bomba nuclear en 2007 ante las protestas y amenazas de los Estados Unidos y otros países y se convirtió en la novena potencia nuclear del mundo. Su última prueba nuclear fue el 11 de febrero de 2013.
Las palabras de Kim Jong-Un no tranquilizan cuando afirma que está decidido a todo y si no se logra un diálogo con los Estados Unidos, Japón, Rusia y China este conflicto puede ser desastroso para la humanidad.
Sin embargo, queda el recurso de pensar que una guerra nuclear sería negativa hasta para los ganadores y esa simple idea deberá paralizar el dedo designado para oprimir el botón que lance la primera bomba.