EL DESAFIO DEL CAMBIO

By Clara Arenas & Mirna Pineda

La vida es sencilla, los seres humanos la enmarañamos.

Hacemos nudos donde había líneas simples, pasamos el tiempo sufriendo por lo que no podemos arreglar, padecemos de insomnio por querer resolver los problemas económicos. Si dejando de dormir se pagaran las deudas pendientes, sin duda habría zombis por las calles.

Elaboramos complicadas marañas tirando de un lado y del otro de las ideas, peleando con lo que nos han dicho que está bien y está mal, sin cuestionar siquiera si esas ideas nos funcionan.

Nos atamos a los viejos hábitos porque es lo que conocemos, sin embargo eso no quiere decir que sean los únicos que existen.

Por eso es importante cambiar.

Los cambios ocurren aunque te opongas a que así sea.

Cada segundo ocurre un cambio, tanto en el interior como en el exterior. Tus células cambian a cada instante, algunas se regeneran, se multiplican y otras mueren. Los pesimistas afirman que todos los días son iguales, pero lo cierto es que no hay un solo día que sea exacto al día anterior.

La mayoría de las veces los cambios son tan graduales que ni siquiera alcanzamos a notarlos. De repente nos subimos a la báscula y ¡zas! descubrimos que hay cinco libras y/o kilos que no estaban hace un par de meses. Sacamos un pantalón del clóset y pensamos que se encogió porque los botones no alcanzan a cerrar. Miramos al espejo y  descubrimos donde termina la arruga que empezó a formar camino hace un par de años.  Vamos de visita a  la ciudad donde crecimos, y  encontramos nuevos bulevares y muchos rostros también nuevos. ¡Ni  siquiera reconocemos a los vecinos…!

Apenas empezaste a leer y ya hay cambios a nivel neuronal. En tu mente hay procesos que se están realizando para que puedas continuar con la lectura.

Y si a cada momento cambiamos, ¿por qué tanta resistencia a cambiar tu vida?

Durante los años que hemos trabajado en desarrollo personal, nos llama la atención que algunas personas afirman que “no están listas” para cambiar, cuando  todos los días, a cada segundo, están cambiando.

La verdadera razón por la cual  evaden trabajar en sí mismas es el miedo.

Miedo a ver lo que está dentro.

Por eso prefieren seguir viviendo mediocremente, en relaciones de pareja mediocres, con hijos que imitan la mediocridad de sus padres, porque es lo único que conocen. Cuando se les invita a participar en seminarios vivenciales, donde pueden trabajar en el origen de sus limitaciones y hacer cambios sustanciales para tomar decisiones con el objetivo de tener paz interior, algunos argumentan que “no es su tiempo”.

Si esperamos a que llegue el momento correcto para actuar, vamos a perder un tiempo valioso que es AHORA.

¿Cuándo estamos cien por ciento preparados?

La realidad es que nunca estamos totalmente preparados para alguna tarea. Si esperásemos el tiempo adecuado para ser padres, la tasa de natalidad en el mundo bajaría dramáticamente. Si esperásemos a estar totalmente preparados antes de manejar un automóvil, habría menos autos en las autopistas y por lo tanto menos accidentes. 

La experiencia se adquiere practicando, y con la práctica vienen también las equivocaciones, las “metidas de pata”, que no son otra cosa sino maravillosas oportunidades que ponen a prueba nuestro talento y nos hacen aprender de los errores con el objetivo de  vivir en excelencia.

Ser excelente no significa ser perfecto, sino estar dispuesto a equivocarse. Aceptar la equivocación y hacer cosas diferentes, evitando cometer la misma falta.

El propósito es elevar el nivel de conciencia al lograr ver lo que sucede dentro de nosotros, en lugar de culpar a los demás de cómo nos sentimos.

Por supuesto que resulta más fácil y cómodo señalar a los demás. Sin embargo, los únicos responsables de nuestra felicidad o infelicidad somos nosotros.

Nadie más.

Aceptar el error, decir abierta y sencillamente “me equivoqué”  y reconocer que se tiene un problema, es uno de los primeros pasos para empezar a ser conscientes de nuestras acciones y resultados. Porque para elevar la conciencia es importante saber que existe un derecho sagrado, que es el derecho a equivocarnos, y otro mayor que es el derecho a perdonar.

Y perdonarnos a nosotros mismos es el primer paso para alcanzar la felicidad.

Fragmento del libro  EL DESAFIO DE CAMBIAR TU VIDA de Clara Arenas y Mirna Pineda

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